sábado, 17 de julio de 2021

Conociendo a los Beatles (Parte 3ª y última)


 

 

El álbum de 1982, 20 Greatest Hits, puede ser considerado una de las compilaciones más particulares de los Beatles. Para empezar, existen tres versiones con un tracklist diferenciado en función de su publicación en Reino Unido, Estados Unidos o Europa. Más sorprendente es que por alguna razón que aún hoy se me escapa, mi casete responde a la versión americana.  La compilación tiene visos de ser una colección de singles ordenados cronológicamente. Por ello, en esta edición americana, aparecen temas como Yesterday o Eight Days A Week que, en su lista canónica inglesa nunca fueron publicados fuera de los Lps correspondientes. Más sorprendente aún es que la cronología salte por los aires y aparezca She Loves You como primer tema seguida por Love Me Do que solo muy circunstancialmente puede considerarse como uno de sus más grandes éxitos, si bien en Estados Unidos alcanzó el primer puesto de las listas en la cima de la beatlemania, no se puede justificar la exclusión de títulos como Please, Please Me o From Me To You. 


Otra cuestión curiosa que tiene esta compilación era que Hey Jude quedaba recortado en más de dos minutos, de modo que cuando pude escuchar la versión completa, sin aún saber que la que yo conocía era una mutilación incomprensible, pude disfrutar de la canción casi como si fuera nueva, con sus dos minutos adicionales de dadadadadadadada.


Esta recopilación puede decirse que pone un digno colofón a unos años desafortunados en cuanto a la gestión del catálogo beatle. Así, Love Songs de 1977 o Ballads en 1980 no parecen responder a otro propósito que el de continuar sacando provecho económico al grupo. Para compensar, en 1976 se publicó un disco doble con las canciones más roqueras de los Beatles que, nuevamente por razones poco comprensibles, fue reeditado en 1980 en dos discos separados, Rock and Roll vol. 1 y Vol. 2. Y así podríamos continuar con otros tantos, pero lo dejaremos para otra ocasión. 


Pero poco de esto me importaba. Aquí aparecía Yesterday y así pude retomar el ejercicio escolar de unos meses antes para tener otra letra más completa que sumar a mi colección de tres temas comprensibles y cantables. También aquí pude escuchar por primera vez Come Together o I Feel Fine, por ejemplo, más canciones que seguían maravillándome. Y, sin embargo, algo me causaba estupor comparando esta cinta con las otras tres que ya tenía.


El acorde inicial de A Hard Day´s Night era más crudo en la cinta nueva, Penny Lane presentaba una cantidad considerable de sonidos mágicos que no aparecían en la versión inicial. El solo de guitarra de Let It Be era más ruidoso y la coda final de All You Need Is Love algo más charanguera y animada en esta nueva casete.


Mi madre no contribuyó a tranquilizarme. Después de haberme desaconsejado comprar la cinta (que para qué, que ya tenía en casa más) se asomaba por encima de mi hombro cuando la estaba escuchando en la cocina y preguntaba con sorna si lo que sonaba era lo que yo había comprado para, una vez confirmado, hablar como una experta en los Fab Four, esos no son los Beatles, la voz de John es como la de un gato y esto no suena así. Nunca he sabido que los gatos canten y, desde luego, no sería la metáfora que utilizaría hoy en día para definir la voz de John, pero la intranquilidad quedaba ahí.


En mi interior, que amaba indistintamente todo el material que había atesorado, el propio y el de mis padres, no era capaz de rechazar ninguno de ellos y urdía todo tipo de explicaciones. La cinta recién comprada podría  ser una selección de versiones algo distintas, tal vez más rudas por la manipulación del sonido para hacerlas más actuales, o tal vez grabaron diferentes versiones de las mismas canciones. De hecho, hoy en día esta explicación podría resultar más que plausible visto que hasta un disco completo, Let It Be, presenta dos versiones bastante diferentes a gusto de los aficionados. Distintas mezclas, distintas tomas, distintas canciones, distintas orquestaciones, especialmente, menos arpas y coros de mujeres como tanto le pesó a Paul en su día. Tal vez su rechazo al tratamiento de The Long And Winding Road, y más aún la absoluta indiferencia que los otros tres mostraron a sus quejas amparándose tras las anchas espaldas de Allen Klein, aceleraron el proceso de ruptura, ya imparable en aquellos días. También podría haberme quedado tranquilo si hubiera sabido que la versión de Yesterday que ahora escuchaba difería de la versión mono, que el Let It Be del single era diferente al del Lp, lo mismo que le ocurría a Get Back o que los fans atesoraban infinitas diferencias entre las mezclas americanas e inglesas, las mono y las estéreo, las reediciones en CD de los años ochenta y otras tantas ínfimas cuestiones a los ojos de cualquier persona sensata y cabal.


Pero en aquellos días nada de esto sabía, solo que tenía cuatro discos de los Beatles y que quería más, fueran o no ellos, las canciones era lo que importaba y todas me gustaban. Con el tiempo fui comprando más cintas y poco a poco cada nueva adquisición ganaba protagonismo. Cuando compré el rojo y el azul, las dos espléndidas compilaciones de George Martin de 1973, el contenido de 20 Greatest Hits quedó totalmente arrumbado. Y en todo se confirmaba que el sonido que mi madre tanto cuestionaba era el de los Beatles. Para entonces tenía una revista que recogía la lista de los Lps de los Beatles e incluso tenía alguno. Para entonces ya sabía que no podía haber tanta grabación falsa de los Beatles  y, sobre todo, que todas ellas fueran obra de aquellos falsarios que mi madre había desenmascarado.


No, para entonces yo ya sabía que los Beatles eran los que yo creía que eran. Pero seguía apartando de algún modo la idea del origen de las casetes de mis padres, que aún escuchaba a menudo con cierta inquietud. Solo tiempo después, si no me falla la memoria, aunque todo podría ser falso, en casa de Jákar, otro amigo del colegio, escuché una versión de Hey Jude que claramente no era la de los Beatles que yo conocía. Me lancé a su tocadiscos, Jákar tenía tocadiscos, un lujo por entonces, y descubrí que la voz de gato que mi madre atribuía a John, no era de John. Realmente, no era tampoco la de Paul, ni la de ningún otro grupo inglés. Allí, se esclarecía definitivamente todo el misterio, en la forma de los créditos de un disco recopilatorio de canciones del pop  español de los sesenta: Hey Jude por los Rolls.


Poco más tarde, descubriría que, de las tres cintas que tenía, una de ellas ni siquiera estaba formada por canciones de los Beatles sino por éxitos de sus carreras como solistas (Another Day, Whatever Gets You Through The Night o Back Off Boogaloo, y más, con la sangrante ausencia de cualquier tema de George). Es decir, no solo la portada de la cinta falseaba a los verdaderos intérpretes, sino que atribuía a los Beatles canciones que no eran suyas. Todo un despropósito.  Aún así, seguí tratando de mantener parte de la mítica en torno a esas canciones. Durante un tiempo creí que esos Rolls debían ser un grupo de colegas de los Beatles, sin duda admiradores de su obra, que reproducían con gran fidelidad en Abbey Road sus canciones favoritas. Que los hubiera descubierto en un disco con canciones españolas junto a Los Sirex y Los Iberos carecía de explicación y tampoco le daba más vueltas. 


Pero los teníamos más cerca de lo que jamás hubiéramos pensado, los Beatles de mi madre eran un grupo de Astorga, Los Rolls (no se trataba de una castellanización de The Rolls como había imaginado sino del nombre tal cual). Aún a día de hoy sigo sin saber cómo o por qué se publicaron cintas de Los Rolls como si fueran los Beatles, sin mención al grupo real que las interpretaba. Incluso con un descarado y desafiante sello en la parte inferior izquierda “continental records UK”. Seguramente se tratase de un pequeño timo para ganar algo de dinero por parte de algún editor avispado.


Claro es que mi madre jamás reconoció el engaño, para ella, los Beatles eran aquellas cintas y aún es más, el pardillo era yo. Aunque en aquellos días esto me sirvió de gran choteo, lo cierto es que, con el tiempo, he llegado a entender que los Beatles son tan grandes que lograron trascenderse a sí mismos, su mítica es mayor que su obra, sus canciones mejores que su tiempo, su existencia tan real como un sueño. Para ella, John tenía una voz suave como la de un gato y solo grabaron 30 éxitos, los recogidos en sus tres casetes, igual que para otros muchos Paul murió en 1966. Para mí, son la presencia más constante que he tenido en toda mi vida. Así que, gracias a mi madre, gracias a Los Rolls.

 

 

 

 

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